domingo, 15 de diciembre de 2019

El nacimiento de un nuevo proyecto nacional "Los herederos de la revolución y las nuevas figuras representativas.” (La institucionalización de un México prometedor y la construcción de nuevos mitos del México posrevolucionario). [PRIMERA PARTE]

México Posrevolucionario

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México se ha caracterizado desde su conformación, como una nación sumamente diversa e inestable en la mayoría de los sectores sociales, lo que la convierte en una sociedad con un desorden integral extremista, ya que no tiene esa capacidad de solventar fácilmente complicaciones y percances en su integridad nacional, lo que congrega un circulo vicioso que gira alrededor de la visión de un pueblo sumamente diferente; un ejemplo muy característico de estas implicaciones que sufre el país, se vio desembocada en una insufrible guerra civil que la historia se ha encargado de llamar “Revolución Mexicana”, en donde tantas controversias terminaron por convertir a México en un campo de guerra en contra de su propia población, en donde cada sector del país buscaba sus propios fines sin vincularse completamente unos con los otros, solventando y vislumbrando una sociedad totalmente heterogénea.

Pero fue la misma revolución la que pudo por momentos congregar las características suficientes para conglomerar a la sociedad y homogenizar con un mismo impulso de la revolución popular (“la revolución la conforman todos”). Al terminar la Revolución Mexicana, una vez que fueron eliminadas las fuerzas políticas del porfirismo y ajustadas las cuentas entre revolucionarios, con la victoria del constitucionalismo sobre el Villismo y el Zapatismo, se dio inicio a un proceso de reorganización en todos los ámbitos de la vida nacional económico, político, social y cultural,  que permitió, en un tiempo corto, pasar de las condiciones de anarquía política hacia una institucionalización en donde el Estado tendría un papel destacado.

El verdadero sentido de esta confrontación, tuvo sus principales repercusiones y primeras remembranzas al identificar que al término de esta, quedaron miles de muertes en todo el territorio mexicano, reflexionando como el resultado de un pretexto, ambición y disputa por el poder que al final se depositó nuevamente en una sola clase dominante, una elite que se concretizo y se adjudicó rápidamente el seudónimo de los triunfantes de la revolución mexicana, los “herederos de la revolución”, de esta forma siguieron dominando a un país que una vez mas se veía enraizado y obstaculizado por sus propias acciones.

Las repercusiones de estos acontecimientos comenzaron una vez establecido un supuesto orden; después de la tempestad se buscaba la calma un cambio por completo, para mejorar y comenzar un nuevo camino, de este modo, la revolución fue un acontecimiento trascendental para el país, pues no sólo produjo un nuevo Estado encabezado por una clase “media” militar no muy radical en un principio, que vio por algunas de las necesidades que tenían los grupos populares que habían participado insaciablemente en la lucha.

Lo que culmino esta escena, fue la llegada a la presidencia de Obregón, quien quizás fue la figura con más consagración y con mayor reputación entre los triunfadores de la revolución lo que trajo consigo los primeros movimientos del Estado posrevolucionario, bajo los parámetros de la reconstrucción que manejaban en un principio los viejos caudillos, con una visión que se vislumbraba en un panorama desolador que no tenia sentido. 

Este nuevo régimen de gobierno posrevolucionario se dio a la tarea de organizar socialmente el trabajo y la producción de una nueva era en el país, el nuevo levantamiento de un proyecto nacional, pero las circunstancias y el contexto de este nuevo proyecto no eran fáciles, y había que desarrollar estratégicamente las distintas concepciones de los que en ese momento eran grandes contendientes para ejercer el mando de todo el país. Otro detractor que sobresalía era el aún existe y persiste caciquismo que una vez calmadas las aguas, estos grandes grupos empezaron a constituir grandes masas de influencia con gran poder, regadas a lo largo de todo el territorio mexicano (un poder descentralizado).

Es así como se visualiza este complejo paradigma social y político dentro de esta nueva etapa mexicana, que trataba de dejar atrás el recuerdo de las múltiples batallas de la revolución, y empezaba a pensarse en una construcción que radicalizara las estructuras de interacción en todos los ámbitos del país, que posteriormente tendría una gran repercusión con una construcción estadista que cimentó la base estructural de un nuevo modelo que provocaría una apertura, la cual quizás podríamos nombrar como la estructura del sistema político y el proyecto de país más estable y eficiente que haya tenido México en toda su historia.

Como cualquier otro proyecto ejecutado en México este contaba con sus argumentos a favor y sus argumentos en contra, que en la actualidad se han ido olvidando y con ello se ha convertido en un suceso de menosprecio, un suceso es aquel al que todos relacionan con el actual PRI y su régimen político, dejando de lado la verdadera importancia que marco este suceso histórico, el cual, genero una de las transiciones de Estado mas importantes y mas significativas de la historia mexicana, y a su vez ocultando un poco el lado del México profundo, sacando un México mas acorde a su temporalidad que se adentro en un marco mas general, que tenia grandes expectativas y que confiaba en realizar un proyecto nacional muy prometedor y estable, cosa que angustiosamente seguimos buscando hasta el día de hoy.  

1. Los jefes triunfantes de una desgarradora guerra civil mexicana. “Un nuevo problema entre los herederos de la revolución y la disputa de una nueva guerra por la obtención del poder político.”

La “revolución” mexicana había llegado a su fin, el país ya no soportaba una guerra interna a lo largo de su territorio y las condiciones en la sociedad quedaban en un panorama rotundamente desastroso, conforme la guerra iba cesando también se habían ido apagando los grandes ideales de la revolución desviándose a múltiples ideas que en un inicio no fueron sus principales objetivos, pero eso era de esperase, ya que el precio que se pagó termino siendo muy alto y las fuerzas congregadas perdieron toda orientación dejando al mando a los caudillos que venían impulsando un paradigma con tintes fuera de los preceptos que impulsaron el movimiento revolucionario.

De esta manera se dio paso a que la lucha revolucionaria en todo el país quedara como “una prolongada ola de violencia que al irse extinguiendo colocaba a los vencedores frente a una serie de desafíos durante lo que debería ser la etapa constructiva de la revolución”.[1] Dando pie a una nueva generación de hombres triunfadores que con la bandera de la revolución buscarían implantar un nuevo orden, en un México azotado por la guerra.

De esta manera las fuerzas del antiguo régimen se iban disolviendo y quedando en el pasado, un pasado que, aunque se crea olvidado siempre esta presente y repercute en con gran impacto e importancia; pero también, debe sintetizarse que el surgimiento del nuevo régimen se tenia que transmitir y fundar, entre una realidad rural, que contrastaba con una creciente realidad urbana que se proyectaba en auge a raíz de la revolución. 

De esta forma “el triunfo del constitucionalismo sobre la contrarrevolución huertista le deja a Carranza la posibilidad de constituir las bases institucionales del nuevo orden moderno posrevolucionario”[2] lo que abrió un primer paso importante que dejaba ver las primeras ideas ilusorias de una reconstrucción total del Estado. En el cual era necesario establecer, no solo el orden, sino, las fuerzas de la contención del mismo, un sustento bastante fuerte, que seria encaminado especialmente hacia los grandes grupos populares que participaron en la revolución lo que les dejaba una amplia tarea en un rango de tiempo muy corto.

El primer movimiento anticipado para la conformación de las instituciones es mediante la Constitución de 1917, pero las fuerzas políticas debían estas conformadas por el control de una nueva clase política en el poder. Por tanto, estas especificaciones ponían en un ámbito de reacomodamiento en la nación de una forma totalmente ajena al país que se orientaba hacia su desarrollo, hacia un capitalismo moderno y burgués, que también recaía en la necesidad de organizar socialmente al trabajo y a la producción, mediante la invención e institucionalización de un Estado burgués moderno.

La importancia que adquirió el Estado fue determinada en gran medida, por la ausencia de una fuerza capaz de aglutinar bajo su dirección un proyecto autónomo de organización económica, política y social, pero principalmente por la necesidad que enfrentó el grupo triunfador por consolidar sus logros y evitar el fraccionamiento de la nación en poderes regionales, donde facilitarían el camino para intereses extranjeros en la vida interna de la nación lo que experimento una de la primeras problemáticas una vez consumada la revolución, tropezando un nuevo proyecto nacional.

Después de la Revolución no existió una fuerza o clase social capaz de posicionar la balanza política a su favor. En México sus principales clases sociales, estaban dispersas y divididas, “la sociedad que heredaban después de la guerra civil seguía siendo fundamentalmente rural pero deprimida en su capacidad de producción agrícola y ganadera.”[3]

Y presentaban una debilidad para actuar de manera autónoma y esto era en cierto aspecto muy lógico ya que durante casi 40 años vivieron a la sombra de una “dictadura”, que habían estado dirigida por Porfirio Díaz en donde hasta la propia burguesía, y clase privilegiada durante el Porfiriato, fue incapaz de imponerse como fuerza dirigente y termino derrumbándose y cediendo a las grandes masas revolucionarias. Por el lado entre los obreros y campesinos, la situación no fue muy diferente derivadas de sus posiciones en la estructura económica , y política ya que, tuvieron claras diferencias lo que complico aun más la situación de los llamados triunfadores de la revolución (herederos de la revolución).

La caída de Carranza es un punto clave que no implica el término del intento de institucionalizar la vida política del país, sino que este hecho es parte de esta búsqueda, es de gran relevancia para detonar una ola de gran expansión institucional pero también sitúa un panorama lejano en el poder, por que el lugar mas importante y de mayor poder estaba bacante y la disputa por el control comenzaba una vez mas. Está situacion derivo en la reacción de un gran numero de acciones entre las fuerzas del caudillismo como de los militares, así como inventar las formas de incorporarse a los obreros y los campesinos a esta nueva organización social del trabajo y la producción que venían en gran expansión en todo el territorio.  

Así que “la muerte de carranza simbolizo, sin lugar a dudas, la necesidad y la urgencia de la búsqueda de ese mecanismo político que permitiera que la revolución se encauzara positivamente, sacudiéndose de encima las guerras fratricidas que construían su rasgo más característico.”[4] de esta manera tanto los caudillos y los militares sacan mucho provecho de la contienda revolucionaria, pues da origen a la clase media y de provincia, que mantienen estrecha relación con los hacendados y el reparto de tierras por sus méritos y desempeño militar durante la revolución. Conforman a su vez la nueva clase política del país que buscaría una imposición dentro del país.

Se necesitaba a alguien que levantara la mano y asumiera una presidencia de manera interina y lograra el primer objetivo para esta posible institucionalización al otorgarle al país un tiempo de pacificación. De esta manera los jefes revolucionarios que quedaban, entre ellos Villa, deponen las armas; al mismo tiempo que regresan al país los exiliados políticos. Tras un breve interinato, llega a la presidencia la figura mas valorada después de la revolución, sube a la presidencia el general Álvaro Obregón. Este es un momento decisivo y de gran repercusión en el futuro ya que con él propiamente comienzan los gobiernos posrevolucionarios y se fijan las bases para la reconstrucción del Estado. Obregón inicia la reorganización de acuerdo con los intereses de los grupos triunfantes tratando de cimentar las primeras bases de un proyecto futuro.

De esta manera “la llegada de Obregón al poder abrió en la historia del país el periodo del llamado caudillismo revolucionario el cual, como se dice en la edición semioficial mexicana.[5] Dentro de estos parámetros, había ciertas caracterizaba por que la voluntad del caudillo, surgido de las filas revolucionarias imponía una huella decisiva en la vida política del país y creía que todo le pertenecía imponían un respeto sustentado en la población.

Álvaro Obregón prácticamente salvó a la revolución y procedió a consolidarla, institucionalizando realmente sus principales objetivos, de manera que el país permaneciese en el modelo que mas le convenía en ese momento, así que los caudillos actuaron generalmente con seriedad, sin ser ideólogos en cuanto a las miras de la revolución, mostrándose impacientes con los estadounidenses, los clérigos, los porfiristas o los terratenientes que podían cruzarse en su camino y que estorbaran en su camino, volviendo esto en un campo de batalla. Pese a ello, tenían poco respeto por el liberalismo importado de Europa y por los extremistas del tipo de Zapata, pues, algo característico de Obregón y sus partidarios, es que eran pragmáticos y de esta forma se apropiarían, copiarían, modificarían y deformarían las doctrinas revolucionarias cuando lo necesitaran.

Bajo esta panorámica los caudillos de la revolución tenían que administrar un país arruinado, enfrentado al endeudamiento, la suspensión de créditos bancarios, la desorganización administrativa y las fuertes demandas por parte de la población que contraponían el otro lado de la moneda. Además de tener que asegura y fortalece su poder mediante políticas de alianzas que se suponía su única oportunidad para consolidar su poder y su estabilidad. 

Dentro de este aspecto los caudillos y militares sacaron mucho provecho de la contienda revolucionaria, mantuvieron una estrecha relación con los hacendados y repartieron muchas veces las tierras, a los sectores de la población que reclamaban su parte por su intervención en la revolución, al mismo tiempo que se determinaba y se concretaban estas acciones, también se conformaba la nueva clase política del país que estratégicamente iba apuntalándose al control político del país..

De algún modo Obregón instituyó, con mayor amplitud, el arbitraje del presidente y del Estado dentro de las reglas del juego político en la solución de los conflictos algo que no se tenía y que resultaba indispensable adoptar. Ligado a este arbitraje se hallaba el deseo de equilibrio social entre los factores representativos de la producción, de los cuales el Estado buscaba convertirse en el principal centro de poder y de conciliación se tenía procurado una centralización del poder para tener el control del país. Este manejo, en el fondo era altamente pragmático, y se complementó con la acción concreta del establecimiento de ligas personales o grupales, a través de concesiones directas o mediante negociaciones y manipulaciones indirectas que era lo que Obregón tenia muy presente.

Estos intentos por parte de Obregón otorgaron apoyos y manifiestos a ambos sectores de producción y de esta manera iniciar así un proceso de desarrollo económico, también logra algunas transformaciones sociales que deberían conducir a la satisfacción de ciertas metas revolucionarias. Aunque al mismo tiempo y de manera implícita, opuso indirectamente la fuerza armada, para mantener el control en medio de los grandes conflictos que venían ligados a raíz del término de la revolución. (Conflictos que nunca se fueron y siguen presentes hasta nuestras fechas).

Estas revueltas en medio de un contexto se vieron reflejadas y muy marcadas durante los primeros años después de la revolución, así que para 1920 se da una nueva revuelta y la primera de gran intensidad después de la revolución por la lucha por el poder en una confrontación muy demarcada. Adolfo de la Huerta se levanta contra Obregón, lucha que desgasta las fuerzas del orden hasta el sofocamiento de la contienda delahuertista que termina cediendo ante el poderío que caracterizaba a Obregón. Este movimiento no es otra que la manifestación de la lucha de los intereses fraccionarios del caudillismo y de jefes militares en la búsqueda de obtener ventajas políticas de la revolución mexicana que terminaría en un conflicto de magnitudes inesperadas que abriría un nuevo orden la jerarquía política mexicana.

En este paréntesis “el régimen de caudillismo revolucionario, no fue algo estático, invariable; cambiaba constantemente, adquiría nuevos rasgos. En propiedad, el régimen de Obregón fue transitorio auque sus rasgos de régimen caudillista se habían determinado ya con bastante claridad.[6] lo que implicaba un acaudalado desden entre varios sectores de esta mal empezada sociedad y sistema político lo que dejaba un clima bastante desolador que no sostenía ninguna estabilidad en ningún aspecto de la sociedad.   

Dentro de este entorno controvertido entre los caudillos se siguió observando continuamente como un acto omnipresente que a la larga se fue convirtiendo en una lucha individual en la que cada quien buscaba obtener todos los frutos que la revolución había dejado; los levantamientos armados post revolucionarios entre los caudillos por la existencia, todavía, de caciques que construían una pieza más en esta construcción que nunca se perdió durante la lucha armada. En 1924 el levantamiento de Adolfo de la Huerta que se suscitó a raíz de su inconformidad contra Obregón al concederle el poder a Plutarco Elías Calles como su sucesor mostrándonos esta problemática en los medios de obtención del poder y los roces que hubo con todos los caudillos.

Esta ola de violencia y guerra sucia entre los triunfantes de la revolución, nuca seso, se trato de vincular y maniobrar la paz en la sociedad la cual estaba completamente desecha, en algunos sectores de la sociedad estas llegaron aun común acuerdo, pero muchas otras, no respondieron positivamente a estos arreglos y la sociedad nunca tuvo una estabilidad concreta.

En el caso de los jefes caudillos hubo ciertos convenios para amedrentar las discordias y desacuerdos que había entre ellos, pero nunca hubo una pacificación final ni entre los gobernantes y gobernados ni entre los propios gobernadores, además de que ciertos sectores e instituciones tradicionales de la sociedad tenían gran fuerza con la sociedad y que solo esperaban el momento en el cual explotar su malestar y tener un impacto directo en un contexto que todavía no tenía estabilidad después de haber enfrentado una guerra civil. La falta de pacificación resultaría un hueso duro de roer y una problemática que en el futuro sería uno de los principales obstáculos para consolidad una unidad nacional y con identidad propia.



[1] Medin, Tzvi, El minimato presidencial: historia política del maximato (1928 - 1935), México, Edi. Era, 1985, P. 132.[2] Meyer, Lorenzo, El primer tramo del camino. En Historia general de México. El colegio de México. Vol. IV. México. P. 113.[3] Aguilar, Camil, Héctor; Meyer, Lorenzo, A la sombra de la revolución mexicana, Edi, cal y arena, México, p. 313[4] Medin, Op. Cit., p. 13[5] Sholgovski, Anatol, México en la encrucijada de su historia, Edi. Cultura popular, México, p.38[6] Shulgovski, Op. Cit., p. 39


jueves, 21 de noviembre de 2019

La guerra de México contra Estados Unidos (1846-1848) El país fragmentado contra la potencia naciente (Un momento decepcionarte para ambas naciones) [SEGUNDA PARTE]

Guerra de Estados Unidos y México

guerra-1846
Guerra de 1846

3. La nación suprema y victoriosa resguardada por la mano de dios. (El aumento del poderío internacional estadounidense.) Y La devastación en una nación sumamente mutilada. (Un México incapaz de organizarse).

Los distintos contextos que encerraban a cada uno de los países durante la guerra, son determinantes para que el resultado se halla suscitado como lo cuenta la Historia, Estados Unidos llegaba con la reciente anexión de Texas; comenzó con un crecimiento envidiable económico y social a raíz de su independencia, en su inicio todo fue crecimiento; respecto a la guerra, Estados Unidos estuvo manejada y manipulada por una sola persona, el presidente Polk, quien puso hasta el punto mas alto la concepción del patriotismo estadounidense, al interpretar la doctrina del destino manifiesto idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América estaban destinado a expandirse desde las costas del Atlántico al Pacífico para justificar su expansionismo. 

Su tesis, formulada en términos muy generales, que su país no había intervenido hasta entonces en las disputas internas de ninguna nación ni intentado la introducción en ella de su propio sistema político por medio como la intriga, la actividad diplomática o la fuerza.[1] Las ideas que les habían dado a los estadounidenses eran una falsedad pero no se tenían fundamentos para desmentirlos, Polk necesitaba un pretexto perfecto, para que todo el país lo apoyara en su intención de conquistar mas territorio mexicano. ¿Por qué? ¿Qué haría estados unidos para apropiarse de dichos departamentos?,  cuando sus ofertas de compra no eran siquiera escuchadas por el gobierno mexicano, ni existía la posibilidad de apertura de un espacio político para oírla? Muy sencillo: invocar la ayuda de la divina providencia.[2]

La sociedad estadounidense es una sociedad que siempre se a caracterizado por ser muy inteligente y calculadora, en la época de la guerra contra México no tenían un porque de hacer la guerra de hecho su intención nunca fue hacer la guerra contra México, pero la ambición de uno se introdujo fácilmente en toda la sociedad, se elaboró un discurso en el que se decía que eran una nacion superior a todas y que su destino estaba guiado por dios y que esto los llevaría a la supremacía por su procedencia racial que era predilecta por dios. 

A raíz de este discurso, el impulso nacionalista se elevo completamente, ellos estaban convencidos, ya estaba marcado por dios en donde ellos eran los buenos y los mexicanos eran los malos y que a partir de los primeros tiroteos hacia soldados estadounidenses los mexicanos tenían que pagar las consecuencias del poder estadounidense guiados por su mayor representante “DIOS”.

Para legalizar a dios, claro que ante dios, ante la humanidad, la historia y el mundo, el gran hurto del siglo XIX ¿Qué les concedió a los norte americanos el derecho de hablar o actuar, nada menos que en el nombre del dios?[3] Sin duda si había algo que cautivara al pensamiento estadounidense era su supremacía por la orden divina que además no se podía cuestionar, este fue el contexto al inicio de la guerra, todos fueron severamente manejados tal y como quería Polk para dar inicio a su objetivo principal de obtener territorios mexicanos, toda la población acepto la guerra con un sentimiento de nacionalismo y religiosidad. Polk había logrado la aceptación popular para desprender a México de su territorio.        

Conforme fue pasando el tiempo y las batallas entre las dos naciones se iban haciendo mas violentas, y por consecuencia había una multitud de muertos, esto hizo reaccionar a los estadounidenses en la manera de ver la guerra, veían a la sociedad civil morir  en medio de la guerra sin tener un vinculo directo tras la disputa entre ambos países “los norte americanos solo deseaban apoderarse de los territorios despoblados en los que pudiera asentarse libremente la raza superior, la suya la anglosajona.[4]

La concepción estaba clara y el ideal se establecía, el ver correr los días y no obtener resultados más que la muerte de miles de soldados estadounidenses hizo que la ilusión de una nación superior se fuera evaporando, al no ver resultados rápidos; concebían que no había una fuerza superior a la de dios y consideraban al expansionismo una cuestión de días, pero la desesperación los carcomió, se dieron cuenta (demasiado tarde) de que lo que estaban haciendo en el territorio mexicano era una guerra que acababa con todos a su paso tanto que llegaron a pensar en darle fin a la guerra y ordenar la retirada; al final lograron su objetivo, se catapultaron como una potencia con un territorio muy extenso pero esta circunstancia los dejaron marcados en su historia, como una nación que saco aprovecho de una situación desigual.

En el contexto mexicano no se tenían parámetros estables, de hecho, al inicio de la guerra contra Estados Unidos el país se regia por muchos representantes y la figura del presidente solo adornaba la silla presidencial, el país no podía solucionar aun sus problemas internos cuando ya había perdido Texas y se había enfrascado en una guerra contra Estados Unidos, la extrema debilidad de México, resultado de la ignorancia y la superstición de sus habitantes, se hacia mas notoria por lo dilatado de sus territorios.[5]

México, al involucrarse en la guerra no tomó con importancia el conflicto al principio, había problemáticas mas importantes dentro del país, por esa razón reaccionó tarde en todas las batallas que termino perdiendo, eran un reflejo de su realidad, su ejercito no contaba con gran capacitación y armamento, viéndose muy débiles cuando se enfrentaban a las tropas de Estados Unidos, la sociedad política en México no estaba unidad y hacían que los conflictos entre mexicanos fueran de mayor importancia que una guerra con su vecino del norte, algo que parecería impensable pero que al final determino la actuación que tendría México durante el tiempo que duro la guerra contra los Estados Unidos de América.               

México no logra ver lo que realmente involucra su participación en la guerra, solo entra a ella para evitar que Estados Unidos consiguiera anexar otra parte de su territorio, pero sus decisiones no son tomadas con  conciencia, actuando más por nacionalismo que por decisiones estratégicas y sentido común, no contaba con los recursos suficientes para solventar los gastos necesarios que conlleva una guerra, haciendo difícil está disputa contá los Estados Unidos.

La guerra mexicana fue, como se ha visto, un señalado ejemplo del recurso a la fuerza en lugar de al derecho, y al uso de la potencia armada para anteponerse a la entrega de una parte de territorio.[6] México se metió en una guerra que poco a poco se lo iba tragando por su débil estructura política y militar, México nunca supo como manejar esta guerra perdió casí todas las batallas con un ejercito muy débil frente a un país que tenia muy bien formadas sus piezas. 

Los mexicanos comenzaron peleando por su territorio con batallas bastante parejas pero con el tiempo México se vio enfrascado en dos guerras y cuando se dio cuenta ya se encontraba totalmente mutilado, las decisiones que tomaban tenían que ver por los dos ámbitos el de la guerra y el del conflicto político que se vivía internamente en México no se podía dar un paso sin antes ver en el contexto en el que estaban involucrados, pero esto fue algo que México nunca comprendió tomando múltiples decisiones que lo único que ocasionaron fue el declive hacia una derrota en los dos conflictos.

La ambición se enfrentaba a la mezquindad; el orgullo a la vileza de pensamiento; la venganza al perdón; la represalia a la tolerancia; la crueldad a la misericordia; el atropello a la justicia; el odio al amor.[7] es por estas particularidades por las que México y Estados Unidos se encuentran tan unidos porque si hay algo que esta guerra nos deja como enseñanza es que  lo que ocurre en alguno de los dos países tienen alguna consecuencia en el otro, por tanto nuestros destinos están ligados.[8]   

4. Las repercusiones por un conflicto territorial. ¿Que nos dejó la guerra entre México y Estados Unidos?

Al comienzo de la guerra, el Ejército de los Estados Unidos tenía ocho regimientos de infantería, cuatro regimientos de artillería y tres regimientos montados. Estos regimientos se complementaron con otros 10 regimientos. Los voluntarios del Estado se plantearon en varias unidades de tamaño y de diferentes períodos de tiempo, en su mayoría por un año. Más tarde, algunos se replantearon la guerra cuando se hizo evidente que iba a durar más de un año. Las memorias de los soldados de Estados Unidos, describen casos de saqueos y asesinatos de civiles mexicanos.

Las fuerzas mexicanas fueron divididas entre las fuerzas permanentes y la participación activa de las milicias. Las fuerzas permanentes consistieron en 12 regimientos de infantería, tres brigadas de artillería, ocho regimientos de caballería, un escuadrón separado y una brigada. La milicia en nueve de infantería y seis regimientos de caballería. En los territorios del norte de México.

Uno de los factores que contribuyen a la pérdida de la guerra por parte de México fue la inferioridad de sus armas. El ejército mexicano estaba usando mosquetes y rifles viejos de pólvora negra. En contraste con el envejecimiento de las armas de infantería mexicana, algunas tropas de EE.UU. tenían rifles de retro recarga y el modelo 1841 rifles de percusión. En las últimas etapas de la guerra, los oficiales de caballería tenían revólveres los cuales el Ejército de EE.UU. había ordenado 1.000 en 1846.

Las divisiones políticas dentro de México fueron un factor en la victoria de los Estados Unidos. Dentro de México, centralistas y republicanos se disputaban el poder, estas dos facciones lucharon entre sí en vez de atacar al ejército invasor estadounidense. La independencia de Texas y su consecuencia, la guerra entre México y estados unidos, fueron sin duda acontecimientos fundamentales en la historia de los dos países. Para México significaron el fin del futuro que anunciaba la riqueza novohispana y el expansionismo del siglo XVIII y para Estados Unidos su consolidación como potencia continental.[9] Ya fuera para bien o para mal estas repercusiones dieron pautas importantes para que ambos países tomaran un rumbo distinto, hasta antes de empezar las batallas por el territorio, que desencadenaron la realidad de cada país concluyendo las pautas que siguió cada uno según sus capacidades.

Aunque remornar en el tiempo es aun doloroso y relevante en la relación entre los dos países.[10] En lo que parecía una guerra que solo le favorecía a Estados Unidos, en la actualidad, la interpretación no queda como un suceso relevante o de gran orgullo, en el lapso de la historia estadounidense, y por parte de México esta guerra se trata de esconder, haciendo alusión a una vergonzosa derrota contra el vecino del norte lo que baja el autoestima y llena de rabia e indignación a la mayoría de la población mexicana, y esto es normal en los dos países México termino humillado completamente y Estados Unidos termino como villano al ser en cierta medida el detonador de la guerra, por la ambición de crecer territorialmente.

Las historias contadas por ambos países resultan ser parecidas bajo la sombra de este suceso que es de vergüenza para las dos naciones, los dos países terminan por echarle la culpa a su figura principal en este caso Polk por parte de Estados Unidos y Santa Anna por parte de México. Ambos recurren a responsabilizar a solo un personaje, sin duda la opción de un chivo expiatorio que paga por la culpa de todos, es la mejor opcion para no generalizar al pueblo americano y al pueblo mexicano.

Esta triste realidad es sin duda una característica que ha distinguido a México desde su inicio hasta la etapa actual. La falta de un compromiso y responsabilidad solo han hecho que México caiga en un espiral del error, en donde solamente hay un pequeño porcentaje que nos permita pensar en una toma de decisiones beneficiosas y no consecuencias que perjudiquen al país.

Actualmente los norteamericanos son un pueblo particularmente adicto a celebrar conmemoraciones, en forma especial. Sin embargo, existe una excepción que se destaca en tales funciones y que fue la de no haberse celebrado, el centenario de esta guerra. Por que resulta contradictoria a los principios norteamericanos.[11] sin duda este significo un problema sumamente grande en la sociedad estadounidense, sufrieron de otra manera censurado una guerra que guarda un vinculo entre México y Estados Unidos que los familiariza de una forma desleal y trágica.           

Las razones asignadas para la guerra solo fueron pretextos que cubrían designios ulteriores que no era conveniente relevar desde luego; pero que, en debida sucesión, se a exhibido y ahora aparece frente al mundo con toda su desnuda deformidad: conquistar, desmembramiento, anexión de nuevos territorios, extensión de la esclavitud, comercio interior de esclavos y potencia del esclavismo; una guerra de pretextos.[12]

De esta forma se ha determinado que ni los historiadores mexicanos ni los estadounidenses han llegado a un punto de acuerdo sobre los orígenes de la guerra entre México y los estados unidos de 1846-1848.[13] Esta circunstancia se da para disfrazar lo que a cada país le perjudica mas haciendo historia de bronce que es aceptada por la sociedad recriminando y borrando de la historia a los personajes culpables en este caso.

La guerra entre México y Estados Unidos, aunque es reprimida en ambos países sigue teniendo un gran valor generando un hito en la historia de los dos países involucrados, tan importante que es recurrente una comparación entre las dos naciones engendrando un vinculo inseparable, que se forjo durante el transcurso de la guerra, dentro de este contexto cabe señalar que las raíces de ambos países están muy vinculadas y un ejemplo de esta fusión resulto ser Texas.

Los paréntesis dentro del contexto de México y estados unidos han llevado a La vinculación histórica de México y los estados unidos, tan dilatada en el espacio y en el tiempo, necesariamente ha motivado una serie de interpretaciones no siempre afortunadas ni objetivas. La compleja variedad de intereses mutuos y propios de cada nación ha sido fuente de diferencias sustanciales, pero también aparentes[14] que consagran un circulo fraternal entre ambas naciones.

“¿Que aprendimos de la guerra y de la traumática experiencia? ¿A caso hoy, a varios años los mexicanos somos mas unidos, más cultos, mas preparados y hemos disminuido la distancia que nos separa de Estados Unidos? Por lo visto nadie repara en que quien no conoce su historia esta condenado a repetirla con todas sus consecuencias. Sin duda, los intereses creados fueron de tal magnitud que resulto mas conveniente esconder la realidad que echarlo sobre nuestro pasado para desenmascarar, de una vez y para siempre, a los auténticos enemigos de México.”[15]    



[1] Vázquez, Ibíd. p. 38
[2] Moreno, Martín, Francisco, op. Cit., p.51.
[3] Moreno, Martín, Francisco, Ibíd. p. 10
[4] Moreno, Martín, Francisco, Ibíd. p. 11
[5] Jay, William, / op. Cit., p. 183
[6] Livermore, A. Abiel / revisión de la guerra entre México y los estados unidos; México, edit, fondo de cultura económica, 1989. p. 237
[7] Livermore, A. Abiel / op. Cit., p. 23
[8] Del castillo, Gustavo / el desafío de la interdependencia: México y estados unidos; México, edit, fondo de cultura económica 1988. p. 6
[9] Vázquez. Ibíd. p. 9
[10] Eisenhower, John, D. / so far from god: the u.s. war with mexico, 1846-1847, estados unidos, edit. Nueva York, anchor books, 1990, p. 374
[11] Connor, Seymour / Faulk, Odie, Ibíd. p. 15
[12] Livermore, A. Abiel / Ibíd. p. 57
[13] Esquenazy-mayo, Roberto, / historiográfica de la guerra entre México y los Estados Unidos, México, edit. Duquesne hispanic review, 1962. p. 3
[14] Schumacher, Esther, Ibíd.
[15] Moreno, Martín, Francisco, Ibíd.

sábado, 16 de noviembre de 2019

DE GOBIERNO A GOBERNANZA ¿NUEVAS FORMAS DE HACER DEMOCRACIA?

Gobernanza y Gobernabilidad

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Gobernanza
Foto original aquí

Desde la perspectiva de la Administración Pública, la ineficiencia del sector público y la aparente incapacidad del gobierno para manejarse a sí mismo, constituyen el principal detonante, para mirar con perspectiva que la capacidad para responder a las demandas de la sociedad es un valor de gran relevancia para todos los sistemas de gobierno . 

Las reformas hechas al gobierno, han estado orientadas a fortalecer su capacidad para procesar las demandas de sus ciudadanos y para responder mejor a ellas. Los esfuerzos por lograr consolidar una nueva la administración pública orientada a estos objetivos han tenido el propósito de volver más eficiente el sector público. Gran parte de estas reformas, tienes si génesis y desarrollo bajo el rubro de la Nueva Gestión Pública.

Estás nuevas dinámicas se han institucionalizado en técnicas de gestión que hacen que el sector público funcione de manera semejante al sector privado, y han destacado el papel que tiene el gobierno como proveedor de servicios a sus ciudadanos-clientes. Así mismo, tales reformas han enfatizado la capacidad de dichos clientes para tomar decisiones personales sobre los tipos de servicios que quieren recibir del gobierno, así, la ciudadanía es vista en gran medida como sujeto de la acción del gobierno y como participante activo en la selección de esas políticas.

El sector público, a su vez, ha sido involucrado más directamente a la ciudadanía en la acción de gobierno y en la elección de las políticas. El término que generalmente se ha utilizado para nombrar muchos de estos cambios en el sector público es gobernanza, aunque también se emplean los de empoderamiento y gobierno participativo. La lógica que subyace en el enfoque de gobernanza, es que la mayor participación ciudadana traerá consigo mayor calidad en la tarea de gobernar.

Esta lógica se basa en parte en principios democráticos y en parte en nociones administrativas y de eficiencia. El principio democrático que subyace en la gobernanza es que la ciudadanía debe tener más influencia en las políticas que se adoptan. 

En una democracia representativa los ciudadanos tienen cierto grado de influencia, pero ésta es indirecta y esporádica, y se realiza primordialmente el día de las elecciones de los cargos que se someten al sufragio universal. La lógica es que, cuando las organizaciones se hacen más abiertas y participativas, los empleados se sienten más motivados para invertir en ellas, su tiempo, confianza y energía.

De manera similar, los mismos ciudadanos-clientes de los organismos públicos son depositarios de una gran cantidad de información. Así, de acuerdo con el argumento de la gobernanza, el sector público operará mejor si los ciudadanos-clientes, se involucran más. 

La pérdida de confianza es resultado, en parte, de la percepción de que los gobiernos están muy alejados de sus ciudadanos, por lo que desarrollar mecanismos de participación y empoderamiento se traduce al incremento de la legitimidad, que está estrechamente vinculada con las ideas populares sobre la importancia de la sociedad civil en la tarea de gobernar.

Contar con grupos sociales activos en la sociedad abre la puerta a la representación política y, aún más importante, eleva los niveles de confianza social y cooperación. Los modelos de gobernanza en la Administración Pública requieren de una población activa que pueda ser movilizada y exhortada a tomar parte en el sector público. Dentro de este modelo de administración pública tenemos que la administración actual no funciona correctamente, pero puede hacerlo si trabaja conjuntamente con los actores de la sociedad civil.

Las sociedades requieren un cierto grado de vinculación directa con el gobierno y deben existir ciertos mecanismos para definir e implementar objetivos colectivos para la sociedad. Los gobiernos deben tomar conciencia de las consecuencias que han tenido sus acciones previas y utilizar la información generada en cada ronda del ciclo de las políticas como un insumo importante para retroalimentar un sistema de mejora continua dentro de su estructura ejecutora.

En los regímenes democráticos, la autoridad proviene de un proceso electoral, mientras que en los regímenes no democráticos puede derivar del control de los instrumentos de fuerza en la sociedad, o quizás simplemente de la tradición. En ambos casos, se considera que la burocracia pública debe responder a sus jefes políticos nominales y que el ejercicio de la rendición de cuentas debe ser prevaleciente por parte de los servidores públicos. 

Ademas esta forma de gobernar tendía a depositar la mayor parte de la capacidad de gobernar en las instituciones centrales del Estado y, por lo tanto, a tratar de crear el mayor grado posible de gobernabilidad. Las reformas de la NGP en general han puesto mayor énfasis en el papel del gerente público en la tarea de gobernar, con lo que se busca reducir la posición dominante de los políticos.

La rendición de cuentas en el modelo de la NGP depende más del desempeño y menos de criterios políticos, lo que debilita los fundamentos políticos de la tarea de gobernar. La gobernanza, como enfoque alternativo para el sector público y, más específicamente, para la administración pública, representa un intento por involucrar más a la sociedad en la tarea de gobernar y por reducir los elementos jerárquicos del sistema. En el contexto de la gobernanza, las redes suelen considerarse un componente central de la capacidad de gobernar.

La idea fundamental es que en torno a toda área de política existe un conjunto de organizaciones y actores que la condicionan. Las redes ofrecen un vínculo entre el Estado y la sociedad que es distinto de las conocidas relaciones corporativistas, puesto que las relaciones de redes no surgen como respuesta a las demandas del sector público, sino que se constituyen de manera autónoma y existen en gran medida para escapar del Estado.

En su apertura a diversos puntos de vista, las redes pueden variar en el modo en que se vinculan con el Estado y las políticas públicas. Mientras más estrechos son sus vínculos con el gobierno más probabilidades tienen de ser efectivas, a largo plazo, en la obtención de los resultados deseables. 

Tener vínculos con el Estado puede implicar que las redes pierdan algo de la autonomía que necesitan para legitimarse y que sean cooptadas por el sector público. Pero también se perciben los escenarios de una especie de cooptación mutua entre los actores públicos y privados. 

La idea básica es revertir el dominio de los superiores jerárquicos e incrementar las posibilidades de elección. A diferencia de la versión de gobierno de la NGP, la elección que se ejerce es colectiva y política, más que individual y económica. En cierto sentido, el ciudadano vuelve a ser de nuevo un ciudadano, más que un cliente. 

El ciudadano puede participar con el gobierno como individuo o como miembro de un grupo que, a su vez, está organizado en red, pero existe una interacción del Estado y la sociedad con características del gobierno convencional y jerárquico.

La gobernanza para la administración del sector público y las políticas públicas es aún más descentralizada que el de la NGP. La gobernanza como modelo para el sector público y para la  Administración Pública plantea algunos retos fundamentales a las formas tradicionales de gobierno y a la NGP. Representa un intento por sobrepasar las jerarquías y el control de arriba-abajo dentro del propio sector público, y entre éste y la sociedad. 

El concepto de gobernanza en la administración pública, como modelo para conducir los destinos de los Estados y de las sociedades, es que constituye un medio para elevar el contenido democrático de dicha conducción.

El modelo de la gobernanza en primer lugar, tienden a desplazar el locus de la participación ciudadana del lado del insumo al lado del producto o resultado del sistema político. Desde la perspectiva de la NGP, los gobiernos obtienen su legitimidad casi por completo de los resultados que ofrecen a sus clientes.

En la gobernanza, en cambio, la legitimación depende de un elemento más democrático y político, pero tal legitimación política no fluye a través de los partidos políticos y las legislaturas electas, sino que deriva de las relaciones ciudadanas más directas con el gobierno y, en general con toda la estructura administrativa de las burocracias gubernamentales.

LECTURAS RECOMENDADAS:

Peters, Guy. 2005. “Gobernanza y burocracia pública: ¿Nuevas formas de democracia o nuevas formas de control?”. Revista Foro Internacional. El Colegio de México: Vol. XLV, Núm. 4.

Guttman, Dan 2004. “De gobierno a gobernanza: la nueva ideología de la rendición de cuentas, sus conflictos, sus defectos y sus características”, en Revista Gestión y Política Pública, México, Centro de Investigación y Docencia Económicas, Vol XIII, Número 1, primer semestre de 2004, pp. 5-40.