domingo, 15 de diciembre de 2019

El nacimiento de un nuevo proyecto nacional "Los herederos de la revolución y las nuevas figuras representativas.” (La institucionalización de un México prometedor y la construcción de nuevos mitos del México posrevolucionario). [PRIMERA PARTE]

México Posrevolucionario

sistema-político-mexicano

México se ha caracterizado desde su conformación, como una nación sumamente diversa e inestable en la mayoría de los sectores sociales, lo que la convierte en una sociedad con un desorden integral extremista, ya que no tiene esa capacidad de solventar fácilmente complicaciones y percances en su integridad nacional, lo que congrega un circulo vicioso que gira alrededor de la visión de un pueblo sumamente diferente; un ejemplo muy característico de estas implicaciones que sufre el país, se vio desembocada en una insufrible guerra civil que la historia se ha encargado de llamar “Revolución Mexicana”, en donde tantas controversias terminaron por convertir a México en un campo de guerra en contra de su propia población, en donde cada sector del país buscaba sus propios fines sin vincularse completamente unos con los otros, solventando y vislumbrando una sociedad totalmente heterogénea.

Pero fue la misma revolución la que pudo por momentos congregar las características suficientes para conglomerar a la sociedad y homogenizar con un mismo impulso de la revolución popular (“la revolución la conforman todos”). Al terminar la Revolución Mexicana, una vez que fueron eliminadas las fuerzas políticas del porfirismo y ajustadas las cuentas entre revolucionarios, con la victoria del constitucionalismo sobre el Villismo y el Zapatismo, se dio inicio a un proceso de reorganización en todos los ámbitos de la vida nacional económico, político, social y cultural,  que permitió, en un tiempo corto, pasar de las condiciones de anarquía política hacia una institucionalización en donde el Estado tendría un papel destacado.

El verdadero sentido de esta confrontación, tuvo sus principales repercusiones y primeras remembranzas al identificar que al término de esta, quedaron miles de muertes en todo el territorio mexicano, reflexionando como el resultado de un pretexto, ambición y disputa por el poder que al final se depositó nuevamente en una sola clase dominante, una elite que se concretizo y se adjudicó rápidamente el seudónimo de los triunfantes de la revolución mexicana, los “herederos de la revolución”, de esta forma siguieron dominando a un país que una vez mas se veía enraizado y obstaculizado por sus propias acciones.

Las repercusiones de estos acontecimientos comenzaron una vez establecido un supuesto orden; después de la tempestad se buscaba la calma un cambio por completo, para mejorar y comenzar un nuevo camino, de este modo, la revolución fue un acontecimiento trascendental para el país, pues no sólo produjo un nuevo Estado encabezado por una clase “media” militar no muy radical en un principio, que vio por algunas de las necesidades que tenían los grupos populares que habían participado insaciablemente en la lucha.

Lo que culmino esta escena, fue la llegada a la presidencia de Obregón, quien quizás fue la figura con más consagración y con mayor reputación entre los triunfadores de la revolución lo que trajo consigo los primeros movimientos del Estado posrevolucionario, bajo los parámetros de la reconstrucción que manejaban en un principio los viejos caudillos, con una visión que se vislumbraba en un panorama desolador que no tenia sentido. 

Este nuevo régimen de gobierno posrevolucionario se dio a la tarea de organizar socialmente el trabajo y la producción de una nueva era en el país, el nuevo levantamiento de un proyecto nacional, pero las circunstancias y el contexto de este nuevo proyecto no eran fáciles, y había que desarrollar estratégicamente las distintas concepciones de los que en ese momento eran grandes contendientes para ejercer el mando de todo el país. Otro detractor que sobresalía era el aún existe y persiste caciquismo que una vez calmadas las aguas, estos grandes grupos empezaron a constituir grandes masas de influencia con gran poder, regadas a lo largo de todo el territorio mexicano (un poder descentralizado).

Es así como se visualiza este complejo paradigma social y político dentro de esta nueva etapa mexicana, que trataba de dejar atrás el recuerdo de las múltiples batallas de la revolución, y empezaba a pensarse en una construcción que radicalizara las estructuras de interacción en todos los ámbitos del país, que posteriormente tendría una gran repercusión con una construcción estadista que cimentó la base estructural de un nuevo modelo que provocaría una apertura, la cual quizás podríamos nombrar como la estructura del sistema político y el proyecto de país más estable y eficiente que haya tenido México en toda su historia.

Como cualquier otro proyecto ejecutado en México este contaba con sus argumentos a favor y sus argumentos en contra, que en la actualidad se han ido olvidando y con ello se ha convertido en un suceso de menosprecio, un suceso es aquel al que todos relacionan con el actual PRI y su régimen político, dejando de lado la verdadera importancia que marco este suceso histórico, el cual, genero una de las transiciones de Estado mas importantes y mas significativas de la historia mexicana, y a su vez ocultando un poco el lado del México profundo, sacando un México mas acorde a su temporalidad que se adentro en un marco mas general, que tenia grandes expectativas y que confiaba en realizar un proyecto nacional muy prometedor y estable, cosa que angustiosamente seguimos buscando hasta el día de hoy.  

1. Los jefes triunfantes de una desgarradora guerra civil mexicana. “Un nuevo problema entre los herederos de la revolución y la disputa de una nueva guerra por la obtención del poder político.”

La “revolución” mexicana había llegado a su fin, el país ya no soportaba una guerra interna a lo largo de su territorio y las condiciones en la sociedad quedaban en un panorama rotundamente desastroso, conforme la guerra iba cesando también se habían ido apagando los grandes ideales de la revolución desviándose a múltiples ideas que en un inicio no fueron sus principales objetivos, pero eso era de esperase, ya que el precio que se pagó termino siendo muy alto y las fuerzas congregadas perdieron toda orientación dejando al mando a los caudillos que venían impulsando un paradigma con tintes fuera de los preceptos que impulsaron el movimiento revolucionario.

De esta manera se dio paso a que la lucha revolucionaria en todo el país quedara como “una prolongada ola de violencia que al irse extinguiendo colocaba a los vencedores frente a una serie de desafíos durante lo que debería ser la etapa constructiva de la revolución”.[1] Dando pie a una nueva generación de hombres triunfadores que con la bandera de la revolución buscarían implantar un nuevo orden, en un México azotado por la guerra.

De esta manera las fuerzas del antiguo régimen se iban disolviendo y quedando en el pasado, un pasado que, aunque se crea olvidado siempre esta presente y repercute en con gran impacto e importancia; pero también, debe sintetizarse que el surgimiento del nuevo régimen se tenia que transmitir y fundar, entre una realidad rural, que contrastaba con una creciente realidad urbana que se proyectaba en auge a raíz de la revolución. 

De esta forma “el triunfo del constitucionalismo sobre la contrarrevolución huertista le deja a Carranza la posibilidad de constituir las bases institucionales del nuevo orden moderno posrevolucionario”[2] lo que abrió un primer paso importante que dejaba ver las primeras ideas ilusorias de una reconstrucción total del Estado. En el cual era necesario establecer, no solo el orden, sino, las fuerzas de la contención del mismo, un sustento bastante fuerte, que seria encaminado especialmente hacia los grandes grupos populares que participaron en la revolución lo que les dejaba una amplia tarea en un rango de tiempo muy corto.

El primer movimiento anticipado para la conformación de las instituciones es mediante la Constitución de 1917, pero las fuerzas políticas debían estas conformadas por el control de una nueva clase política en el poder. Por tanto, estas especificaciones ponían en un ámbito de reacomodamiento en la nación de una forma totalmente ajena al país que se orientaba hacia su desarrollo, hacia un capitalismo moderno y burgués, que también recaía en la necesidad de organizar socialmente al trabajo y a la producción, mediante la invención e institucionalización de un Estado burgués moderno.

La importancia que adquirió el Estado fue determinada en gran medida, por la ausencia de una fuerza capaz de aglutinar bajo su dirección un proyecto autónomo de organización económica, política y social, pero principalmente por la necesidad que enfrentó el grupo triunfador por consolidar sus logros y evitar el fraccionamiento de la nación en poderes regionales, donde facilitarían el camino para intereses extranjeros en la vida interna de la nación lo que experimento una de la primeras problemáticas una vez consumada la revolución, tropezando un nuevo proyecto nacional.

Después de la Revolución no existió una fuerza o clase social capaz de posicionar la balanza política a su favor. En México sus principales clases sociales, estaban dispersas y divididas, “la sociedad que heredaban después de la guerra civil seguía siendo fundamentalmente rural pero deprimida en su capacidad de producción agrícola y ganadera.”[3]

Y presentaban una debilidad para actuar de manera autónoma y esto era en cierto aspecto muy lógico ya que durante casi 40 años vivieron a la sombra de una “dictadura”, que habían estado dirigida por Porfirio Díaz en donde hasta la propia burguesía, y clase privilegiada durante el Porfiriato, fue incapaz de imponerse como fuerza dirigente y termino derrumbándose y cediendo a las grandes masas revolucionarias. Por el lado entre los obreros y campesinos, la situación no fue muy diferente derivadas de sus posiciones en la estructura económica , y política ya que, tuvieron claras diferencias lo que complico aun más la situación de los llamados triunfadores de la revolución (herederos de la revolución).

La caída de Carranza es un punto clave que no implica el término del intento de institucionalizar la vida política del país, sino que este hecho es parte de esta búsqueda, es de gran relevancia para detonar una ola de gran expansión institucional pero también sitúa un panorama lejano en el poder, por que el lugar mas importante y de mayor poder estaba bacante y la disputa por el control comenzaba una vez mas. Está situacion derivo en la reacción de un gran numero de acciones entre las fuerzas del caudillismo como de los militares, así como inventar las formas de incorporarse a los obreros y los campesinos a esta nueva organización social del trabajo y la producción que venían en gran expansión en todo el territorio.  

Así que “la muerte de carranza simbolizo, sin lugar a dudas, la necesidad y la urgencia de la búsqueda de ese mecanismo político que permitiera que la revolución se encauzara positivamente, sacudiéndose de encima las guerras fratricidas que construían su rasgo más característico.”[4] de esta manera tanto los caudillos y los militares sacan mucho provecho de la contienda revolucionaria, pues da origen a la clase media y de provincia, que mantienen estrecha relación con los hacendados y el reparto de tierras por sus méritos y desempeño militar durante la revolución. Conforman a su vez la nueva clase política del país que buscaría una imposición dentro del país.

Se necesitaba a alguien que levantara la mano y asumiera una presidencia de manera interina y lograra el primer objetivo para esta posible institucionalización al otorgarle al país un tiempo de pacificación. De esta manera los jefes revolucionarios que quedaban, entre ellos Villa, deponen las armas; al mismo tiempo que regresan al país los exiliados políticos. Tras un breve interinato, llega a la presidencia la figura mas valorada después de la revolución, sube a la presidencia el general Álvaro Obregón. Este es un momento decisivo y de gran repercusión en el futuro ya que con él propiamente comienzan los gobiernos posrevolucionarios y se fijan las bases para la reconstrucción del Estado. Obregón inicia la reorganización de acuerdo con los intereses de los grupos triunfantes tratando de cimentar las primeras bases de un proyecto futuro.

De esta manera “la llegada de Obregón al poder abrió en la historia del país el periodo del llamado caudillismo revolucionario el cual, como se dice en la edición semioficial mexicana.[5] Dentro de estos parámetros, había ciertas caracterizaba por que la voluntad del caudillo, surgido de las filas revolucionarias imponía una huella decisiva en la vida política del país y creía que todo le pertenecía imponían un respeto sustentado en la población.

Álvaro Obregón prácticamente salvó a la revolución y procedió a consolidarla, institucionalizando realmente sus principales objetivos, de manera que el país permaneciese en el modelo que mas le convenía en ese momento, así que los caudillos actuaron generalmente con seriedad, sin ser ideólogos en cuanto a las miras de la revolución, mostrándose impacientes con los estadounidenses, los clérigos, los porfiristas o los terratenientes que podían cruzarse en su camino y que estorbaran en su camino, volviendo esto en un campo de batalla. Pese a ello, tenían poco respeto por el liberalismo importado de Europa y por los extremistas del tipo de Zapata, pues, algo característico de Obregón y sus partidarios, es que eran pragmáticos y de esta forma se apropiarían, copiarían, modificarían y deformarían las doctrinas revolucionarias cuando lo necesitaran.

Bajo esta panorámica los caudillos de la revolución tenían que administrar un país arruinado, enfrentado al endeudamiento, la suspensión de créditos bancarios, la desorganización administrativa y las fuertes demandas por parte de la población que contraponían el otro lado de la moneda. Además de tener que asegura y fortalece su poder mediante políticas de alianzas que se suponía su única oportunidad para consolidar su poder y su estabilidad. 

Dentro de este aspecto los caudillos y militares sacaron mucho provecho de la contienda revolucionaria, mantuvieron una estrecha relación con los hacendados y repartieron muchas veces las tierras, a los sectores de la población que reclamaban su parte por su intervención en la revolución, al mismo tiempo que se determinaba y se concretaban estas acciones, también se conformaba la nueva clase política del país que estratégicamente iba apuntalándose al control político del país..

De algún modo Obregón instituyó, con mayor amplitud, el arbitraje del presidente y del Estado dentro de las reglas del juego político en la solución de los conflictos algo que no se tenía y que resultaba indispensable adoptar. Ligado a este arbitraje se hallaba el deseo de equilibrio social entre los factores representativos de la producción, de los cuales el Estado buscaba convertirse en el principal centro de poder y de conciliación se tenía procurado una centralización del poder para tener el control del país. Este manejo, en el fondo era altamente pragmático, y se complementó con la acción concreta del establecimiento de ligas personales o grupales, a través de concesiones directas o mediante negociaciones y manipulaciones indirectas que era lo que Obregón tenia muy presente.

Estos intentos por parte de Obregón otorgaron apoyos y manifiestos a ambos sectores de producción y de esta manera iniciar así un proceso de desarrollo económico, también logra algunas transformaciones sociales que deberían conducir a la satisfacción de ciertas metas revolucionarias. Aunque al mismo tiempo y de manera implícita, opuso indirectamente la fuerza armada, para mantener el control en medio de los grandes conflictos que venían ligados a raíz del término de la revolución. (Conflictos que nunca se fueron y siguen presentes hasta nuestras fechas).

Estas revueltas en medio de un contexto se vieron reflejadas y muy marcadas durante los primeros años después de la revolución, así que para 1920 se da una nueva revuelta y la primera de gran intensidad después de la revolución por la lucha por el poder en una confrontación muy demarcada. Adolfo de la Huerta se levanta contra Obregón, lucha que desgasta las fuerzas del orden hasta el sofocamiento de la contienda delahuertista que termina cediendo ante el poderío que caracterizaba a Obregón. Este movimiento no es otra que la manifestación de la lucha de los intereses fraccionarios del caudillismo y de jefes militares en la búsqueda de obtener ventajas políticas de la revolución mexicana que terminaría en un conflicto de magnitudes inesperadas que abriría un nuevo orden la jerarquía política mexicana.

En este paréntesis “el régimen de caudillismo revolucionario, no fue algo estático, invariable; cambiaba constantemente, adquiría nuevos rasgos. En propiedad, el régimen de Obregón fue transitorio auque sus rasgos de régimen caudillista se habían determinado ya con bastante claridad.[6] lo que implicaba un acaudalado desden entre varios sectores de esta mal empezada sociedad y sistema político lo que dejaba un clima bastante desolador que no sostenía ninguna estabilidad en ningún aspecto de la sociedad.   

Dentro de este entorno controvertido entre los caudillos se siguió observando continuamente como un acto omnipresente que a la larga se fue convirtiendo en una lucha individual en la que cada quien buscaba obtener todos los frutos que la revolución había dejado; los levantamientos armados post revolucionarios entre los caudillos por la existencia, todavía, de caciques que construían una pieza más en esta construcción que nunca se perdió durante la lucha armada. En 1924 el levantamiento de Adolfo de la Huerta que se suscitó a raíz de su inconformidad contra Obregón al concederle el poder a Plutarco Elías Calles como su sucesor mostrándonos esta problemática en los medios de obtención del poder y los roces que hubo con todos los caudillos.

Esta ola de violencia y guerra sucia entre los triunfantes de la revolución, nuca seso, se trato de vincular y maniobrar la paz en la sociedad la cual estaba completamente desecha, en algunos sectores de la sociedad estas llegaron aun común acuerdo, pero muchas otras, no respondieron positivamente a estos arreglos y la sociedad nunca tuvo una estabilidad concreta.

En el caso de los jefes caudillos hubo ciertos convenios para amedrentar las discordias y desacuerdos que había entre ellos, pero nunca hubo una pacificación final ni entre los gobernantes y gobernados ni entre los propios gobernadores, además de que ciertos sectores e instituciones tradicionales de la sociedad tenían gran fuerza con la sociedad y que solo esperaban el momento en el cual explotar su malestar y tener un impacto directo en un contexto que todavía no tenía estabilidad después de haber enfrentado una guerra civil. La falta de pacificación resultaría un hueso duro de roer y una problemática que en el futuro sería uno de los principales obstáculos para consolidad una unidad nacional y con identidad propia.



[1] Medin, Tzvi, El minimato presidencial: historia política del maximato (1928 - 1935), México, Edi. Era, 1985, P. 132.[2] Meyer, Lorenzo, El primer tramo del camino. En Historia general de México. El colegio de México. Vol. IV. México. P. 113.[3] Aguilar, Camil, Héctor; Meyer, Lorenzo, A la sombra de la revolución mexicana, Edi, cal y arena, México, p. 313[4] Medin, Op. Cit., p. 13[5] Sholgovski, Anatol, México en la encrucijada de su historia, Edi. Cultura popular, México, p.38[6] Shulgovski, Op. Cit., p. 39


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