Organización y Pobreza
Pobreza y Desigualdad |
“El combate a la pobreza a través de la implantación de medios de producción destinados a los pobres no es sólo una estrategia para dotar a los pobres de cañas de pescar, sino para otorgarles también una nueva racionalidad que les permita deslindar su responsabilidad como entes productores, como entes intercambiadores y como entes consumidores.”[1]
Es de trascendencia puntualizar y contextualizar nuestra realidad, tener en cuenta en que situación nos encontramos y hacia qué dirección nos dirigimos socialmente, para ello es importante tomar en cuenta no solo nuestro presente, sino que también es necesario avistar hacia nuestro pasado y reflexionar sobre ¿Qué fue lo que hicimos? y ¿Qué fue lo que dejamos de hacer? para encontrarnos en tales circunstancias; en el plano contextual mexicano los temas sociales son bastante controvertidos ya que nos adentramos con un fenómeno polarizado, en el sentido de que, la sociedad mexicana en los ámbitos sociales, políticos y económicos se ha encontrado históricamente fragmentada.
Los distintos sectores sociales en México han evolucionado bajo los estándares del capitalismo, por lo que la brecha de las clases sociales se ha vuelto muy amplia, a tal punto de que hoy nos enfrentamos a un paradigma en donde las diferencias económicas tanto en capacidad adquisitiva como competitiva se han vuelto extremadamente desiguales, dejando a un número inmensamente reducido de personas, como los verdaderos concentradores de la riqueza y aun gran número de persona sufriendo en el lado opuesto, teniendo que vivir o tratando de sobrevivir en la pobreza.
En México la pobreza ha sido un tema que siempre ha estado presente y que ha sido tratado desde distintos enfoques para su “erradicación” dentro de la sociedad pero lo que realmente sucede es que, por un lado tenemos que los “esfuerzos” realizados por el gobierno mexicano no han tenido un verdadero impacto en la reducción de la brecha económica y social entre la élite altamente beneficiada por este esquema y el resto de la población que se ve afectada directamente en sus formas de vida.
En muchas ocasiones o en su gran mayoría las decisiones u omisiones por parte del Gobierno son tomadas bajo la tónica de la contraproductividad, esto significa que las políticas, programas y acciones que se desempeñan a favor del desarrollo social son emitidas para conservar el estatus social entre la población en pobreza, lo que eventualmente genera que la brecha de la desigualdad se acentúe mas y por lo tanto aumenta la población pobre y con pocas capacidades y oportunidades para desarrollarse en sociedad.
Dentro de este panorama, por parte del Estado, hoy no se pueden esperar grandes cambios dentro del paradigma económico capitalista el cual se va explotar hasta el punto que ya no sea redituable para los grandes capitalistas, por ello, debemos enfocarnos en otros aspectos que nos permitan cambiar nuestra realidad respecto a las carencias y faltas de oportunidad con las que convive la mayor parte de la sociedad en nuestros días.
En un primer plano se nos presentan las problemáticas que nos afectan a todos como sociedad en conjunto, por un lado, tenemos una nula organización de la sociedad y por otro tenemos a los altos índices de pobreza. En este sentido es crucial tener en mente la hipótesis de que “la pobreza desorganiza a la sociedad y no le permite realizar y aprovechar la energía y el talento de los pobres”[2]; en este sentido la sociedad mexicana se ejemplifica como un sistema que tiene una organización hipercentralizada e inadecuada, bajo está dinámica la que la pobreza se retroalimenta y se convierte en un obstáculo para el desarrollo de México. Por lo tanto la organización política y económica de la sociedad está excesivamente centralizada y ello es fuente de innumerables problemas.
Aunado a este esquema, se tiene que los programas gubernamentales contra la pobreza han sido ineficientes ya que solo actúan como programas asistencialistas por lo que han resultado contraproducentes porque conducen a la reproducción permanente de la pobreza, la cual se extiende y empeora en situaciones de crisis económica a la mayor parte de la población.
Esos programas y políticas gubernamentales no se enfocan en reactivar la fuerza creadora y el talento de los pobres con fines productivos, sino que se limitan a distribuir subsidios a fondo perdido, destinados al consumo, no hay una finalidad que incentive la actividad creadora y el talento de los pobres para que produzcan riqueza y bienestar en la localidad en la que habitan; los programas gubernamentales son simples medidas orientadas a amortiguar momentáneamente la desigualdad económica de las principales zonas marginadas del país y por lo tanto, estos programas no aportan nada.
El verdadero impulso debería originarse desde un enfoque más real y cercano a las personas que viven en situaciones de pobreza, en este sentido se debe aspirar a un desarrollo local (municipal y comunitario), lo que establecería un enfoque más regular y con mas coherencia a las necesidades de las zonas más desprotegidas socialmente, esto, a su vez, llevaría a impulsar procesos de descentralización, de regeneración ecológica, de reducción del consumo de energías fósiles que calientan el planeta, entre otros aspectos que se aportarían a la vida en sociedad y a la formación de un nuevo enfoque de ver y combatir a la pobreza.
Los nuevos modelos de reducción de la pobreza no deben ser una actividad proveniente del Gobierno sino de la sociedad, ya no se debe prescindir de las ayudas y subsidios gubernamentales, que es la configuración del sistema tradicional. La economía solidaria, los sistemas de intercambio local, los clubes de trueque, la producción de medios de producción al alcance de los pobres, el microcrédito, son modalidades que se presentan como variables alternativas que realmente generan un sentido de reconfiguración en el paradigma de los sectores marginados y pobres de la sociedad, concentrándose en mecanismos de activación de la energía creadora de los pobres.
En este esquema la organización de la colectividad debe ser la punta de lanza para genera y hacer lo que de manera individual sería imposible. En este sentido “La organización es la generadora originaria del poder social.”[3] El principio de organización es imprescindible para lograr las finalidades que una colectividad se propone. Por ello, las estrategias y modalidades alternativas para superar la pobreza implican la organización relativamente autónoma de la colectividad lo que fomenta la participación y el impulso de nuevas ideas y nuevas formas de convivencia.
Si bien estas alternativas son favorables para el tipo de vida de las clases marginadas también se tiene en cuenta que estas estrategias todavía tienen un alcance limitado en virtud de la dominación hegemónica del sistema financiero y económico internacional, sin embargo la implementación y la continuidad de este tipo de acciones potencian las virtudes de las principales zonas de la desigualdad y perfilan vías para la transformación de la economía mundial, que en la actualidad se encuentra en un proceso de decadencia que esta causando más daño que bien a la humanidad y al planeta, lo que a la larga no termina por beneficiar a nadie.
La factibilidad de estas alternativas se centra principalmente en que se desarrollan fuera del margen de la dominación financiera nacional e internacional y tienden a crear sus propias monedas locales y autónomas, independientes de la moneda oficial nacional e internacional. Este esquema se sustenta bajo el supuesto de que el trabajo vivo (la fuerza y creatividad del hombre) domine y subordine al trabajo muerto (infraestructura y maquinaria) esto permitiría la competencia y la incorporación de nuevas dinámicas productoras que beneficien a todos en un modelo más igualitario.
La reflexión se exterioriza en distintas direcciones dentro de nuestro contexto actual, en donde se localiza a la organización como la fuente originaria del poder social, con la cual es posible no sólo superar la pobreza sino resolver una multiplicidad de problemas en las colectividades sociales, tanto pobres como no pobres, lo que posibilita un marco de acción más completo y con mayores oportunidades.
Es pertinente reconocer estas alternativas, ya que, hay que tener en cuenta que las políticas gubernamentales para resolver los grandes problemas de la sociedad, particularmente la pobreza han fracasado, y ante la evidencia de la declinación acelerada del sistema económico mundial, la idea de la organización de la colectividad como generadora originaria del poder para resolver esos grandes problemas resulta ser una innovación con grandes promesas hacia un futuro.
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